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viernes, 9 de enero de 2015
Serie: Cuba, con sus Luces y Sombras
Ahora con los recientes anuncios de cambios en las relaciones
diplomáticas y económicas entre Cuba y Estados Unidos, luego de más de
50 años del distanciamiento de ambas naciones, y sumado a las
transformaciones que ha traído la llegada al poder de Raúl Castro en
2006, Metro World News publica una serie de escritos, fotos y videos que
buscan acercarnos al cómo se vive hoy en este país caribeño.
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sábado, 21 de junio de 2014
Ida
Restaurante Puerto Chino en Orlando, FL |
Estar
en la ciudad de Orlando en la Florida es mucho más que sentir a Mickey Mouse
cerca. O verte rodeado de lagos artificiales, águilas y “gift shops” con
chucherías Made in China. Aquí se habla y trabaja con acento puertorriqueño.
También se come como en casa. Quizá esa sea la forma de viaje, de retorno, de
sentirte allá. Donde no estás.
Fácilmente encuentras una fonda donde te
llenas el buche con un buen bistec encebollado y mofongo. También te tomas tu
Medalla en barras o la compras en cadenas de supermercados. Ni hablar de las
panaderías con quesitos, pastelillos, medias noches y pocillos a 75 centavos.
Como
los boricuas en Nueva York, los puertorriqueños en Orlando han creado su Puerto
Rico. Algunos les dicen los ‘Disneyrican’.
La
comida llenará. Pero faltan muchas cosas más. No está el mar. Lo que es
imperdonable.
Según
el Instituto de Estadísticas de Puerto Rico, desde 2012, un poco más de cincuenta
mil puertorriqueños se han ido de la isla cada año subsiguiente. Como si la
isla se vaciara, en tiempos recientes, Orlando se ha convertido en uno de los
destinos principales de los puertorriqueños que se van. Hoy ya son cerca de un millón de boricuas viviendo en la Florida.
Esta
semana se convirtió en hecho la polémica Ley de Sostenibilidad Fiscal, la
medida que, como sabemos,
maltrata a los empleados públicos. Ya se le habían reducido los beneficios del sistema de retiro, ahora
también se congelan y bajan los bonos de navidad y verano y los pagos de días
por enfermedad, entre otros. Estos eran beneficios adquiridos tras años de luchas sindicales.
El
empleado público tendrá que buscarse otro u otros trabajos para tratar de
cuadrar el mes y responder a los gastos adicionales durante ciertas épocas del año. Será vivir para trabajar no trabajar para vivir.
Así las
cosas, no se oye nada de bajar el número de contratos de asesoría innecesarios
o salarios y dietas de legisladores y altos funcionarios. Esta injusta
austeridad que toca a algunos, no a todos. No nos extrañe que los
puertorriqueños sigan comprando pasajes de ida, sin vuelta.
Publicado en la columna Buscapié de El Nuevo Día, sábado 21 de junio de 2014.
sábado, 17 de mayo de 2014
por Karisa Cruz Rosado
La luna
afuera está llena. La miro antes de entrar a la casa. Llueve un poco. Cierro la
puerta. Doy unas cuantas vueltas por la casa. Tengo que contactar a alguien que
sólo lo conozco por ahí. Que sólo nos relacionamos por ahí. Así como pasa en el
mundo de las relaciones virtuales. Prendo la computadora.
Vuelvo a
Facebook después de siete meses fuera. Celebro. En silencio. Me dura poco la
alegría. En fin, volví. Caí.
Pero
debo aceptar que hay vida más allá de la red. Que uno no pierde ninguna
extremidad, que el teléfono sirve también para otra cosa, que la gente te sigue
contactando, que te enteras de cosas (quizá
de sólo las que necesitas saber), que trabajas, en fin, que hace bien. Al menos por un tiempo. Uno se desintoxica.
Los
primeros mensajes llegan. Reclaman la vida en la red. Uno cae en la trampa, y
responde. Y siguen los comentarios, las respuestas, las fotos. Pasan los
minutos, las horas. Vuelve el ruido. Todo es importante, todo se comparte.
Y me
encuentro pensando como mucha gente. Los seres humanos funcionamos en comunidades,
con ideas comunes, con propósitos similares. Por eso los grupos, los “pages”, tanto “like” colectivo. Chateo
con múltiples “friends.”
Entonces,
¿qué importan Maripily y su ex?
Aunque, verdad, siempre se le desea felicidad a nuestra
Aunque, verdad, siempre se le desea felicidad a nuestra
Así
pasamos los días, “scrolling down”, hablando o vacilando sobre Maripily y sus pompis.
Es la noticia. Vende periódicos. Gana “hits” en las redes. “Shared.”
Hoy, 17
de mayo, justo va un mes de las muertes de Cheo Feliciano y Gabriel García
Márquez. Flores y mariposas amarillas para ellos.
En la
movida virtual bajan las alusiones a éstos maestros que se mudaron al cielo.
Allí o donde deben ir los seres humanos que dejan grandes razones para cantar,
leer calmadamente y olvidar la agonía de la prisa de todos los días. La
tristeza, la indignación, la envidia y la holgazanería de siempre. Todo aquello que sí y
que no se publica en Facebook.
Pd. Así como ya han dicho, "el silencio no es tiempo perdido."
Jueves, 15 de mayo de 2014. Savannah, GA.
Pd. Así como ya han dicho, "el silencio no es tiempo perdido."
Jueves, 15 de mayo de 2014. Savannah, GA.
PUBLICADO EN EL NUEVO DÍA- SÁBADO 17 DE MAYO DE 2014.
domingo, 20 de abril de 2014
Semana Santa
Cheo se había ido y de una forma tan trágica, y hasta estúpida, pensé. Un poste, un dichoso poste. No ponerse el cinturón, coño. Parece ser cierto eso que Gabriel García Márquez nos enseñó en su Cien Años de Soledad, "uno no se muere cuando debe, sino cuando puede."
Hacía unas horas ya de esta primera amarga sorpresa del día, cuando Iván me dice, porque lo acababa de ver circulado por Internet: Gabriel García Márquez murió. NO. NO. Y el tercer NO fue sin sonido. Silencio. No sólo Cheo Feliciano. También Gabriel García Márquez.
Gracias a la rápida distribución virtual de mensajes por todos lados, hemos leído cómo el mundo se vuelca ante estas muertes. Podemos leer la epístola que Rubén Blades, otro ser humano por el que he sentido una especial admiración, escribió para sus amigos Cheo Feliciano y Gabriel García Márquez. Podemos ver, además, las palabras afectadas que le dio al periódico El Nuevo Día durante el velorio de Cheo en el Coliseo Roberto Clemente de San Juan . Por su parte, Silvio Rodríguez también le dedicó unos párrafos a García Márquez, y expresó lo huérfano que puede verse ahora ante el fallecimiento del autor de El coronel no tiene quien le escriba (1957).
Muchos, de distintas formas, hemos expresado nuestra pena ante estas noticias, ante esta actualidad, ante estas muertes de ídolos populares. Se ha activado una empatía colectiva ante el vacío que provocan las pérdidas físicas de estos seres queridos, inspiraciones, maestros, referentes, mitos, amigos, casi familiares o, sí, familia. Es un dolor hondo insoportable.
Creo que con las mismas palabras que inicia Rubén Blades su carta, Iván y yo coincidimos en aquel momento sin decirlo: "qué jueves más jodido." De seguro mucha gente también lo pensó.
Nacemos y morimos. Lo más real de la vida es la muerte. La cantante dominicana Sonia Silvestre también se fue este viernes santo. Que en paz descanse se convirtió en el conjunto de palabras de la semana. La mamá de Chayanne también partió, o se mudó, como se refería a la muerte Facundo Cabral.
Ojalá Paco de Lucía toque un flamenco de bienvenida en la puerta del cielo. Y los reciban con flores amarillas y blancas. Los imagino. Pienso que toda esta gente llega a un sitio común. De fiesta. Se lo ganaron. Nos dejaron grandes razones para bailar, leer, cantar...vivir más feliz. O simplemente intentarlo. Alguna recompensa tiene que tener esto. Tanto trabajo.
NOTA:
Hoy es 4/20. Que suba el humo. Pongamos música, que no importen los ratones fuera de la malla o nuestras colas de cerdo. La lluvia parará. También las lágrimas. "Canta y olvida tu dolor...".
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Semana Santa
La Semana
Santa da noticias sobre la llegada de la primavera. Llueve. Siempre llueve.
Aquí
truena. En todos sitios, y de distintas formas, se ha podido ver a un
Jesucristo esbelto y de ojos claros cargando una cruz pesada. Se dramatiza su
crucifixión y la agonía del trayecto, un calvario que se alegra con la buena
nueva de la resurrección. Volvemos a ver las imágenes de este hombre que asume
la salvación de gente malagradecida. Se le agradece. Oramos.
También
lloramos. Este jueves santo amaneció de lágrimas. Una sensación de vacío honda y
generalizada baña esta semana mayor. Dejamos de tener a Cheo Feliciano por ahí
haciendo conciertos, discos y formándola. Toda la familia, todo el mundo, lo llora
porque era un buen negrón.
Las
gotas bajan del cielo a la tierra. Esta semana, al menos doscientas niñas
fueron secuestradas en Nigeria. Al menos cien niños murieron ahogados en Corea
del Sur cuando su ferry se hundió. Todavía viven el trauma los muchachos
acuchillados en una escuela de Pensilvania.
Y la
lluvia da hambre. Para algunos, la Semana Santa hace que las familias se reúnan
a degustar banquetes. Los judíos de una forma, los católicos de otra y el que
no sea ni una cosa ni la otra come lo que tenga. Si es que tiene algo.
El
aguacero también puede pasar a un segundo plano. La Semana Santa da ganas de ir
a la playa. Hay días libres. Uno se levanta tarde. No se lava la boca hasta el
medio día.
Porque
el agua para un poco. La Semana Santa nos obliga a que, además de oler las
flores, paremos y sintamos el rocío que deja la lluvia.
Entre
tanta cosa de Semana Santa, deberíamos echarle más semillas a los palos de
lluvia. Hoy, que es Sábado de Gloria, con o sin familia, con o sin comida, con
o sin playa, hagamos lo que Dios manda. Bailar, cantar, como haría Cheo, hasta
que escampe, se vayan las nubes y veamos un sol.
Para ayer sábado 19 de abril en el Buscapié de El Nuevo Día. Escrito el jueves 17 de abril a las 11:30 AM, Savannah, GA.
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Sonia Silvestre, EPD
Para ayer sábado 19 de abril en el Buscapié de El Nuevo Día. Escrito el jueves 17 de abril a las 11:30 AM, Savannah, GA.
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jueves, 17 de abril de 2014
Descansa en Paz, Gabriel García Márquez
“Debemos arrojar a los océanos del tiempo una botella de náufragos
siderales, para que el universo sepa de nosotros lo que no han de contar
las cucarachas que nos sobrevivirán: que aquí existió un mundo donde
prevaleció el sufrimiento y la injusticia, pero donde conocimos el amor y
donde fuimos capaces de imaginar la felicidad.” -GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ
Hasta siempre, Cheo!
En el 2010 venía de Argentina con un grupo de
compañeros de la Universidad de Puerto Rico (UPR). Estábamos entre Montevideo y Buenos Aires observando cómo se movían y hacían ciertas cosas por allá,
participamos de simposios sobre educación, nuevas leyes de medios de
comunicación, periódicos independientes y esfuerzos en busca de hacerle
justicia a la memoria de los desaparecidos y torturados durante el periodo de dictaduras. De
regreso a San Juan, paramos en Panamá a hacer una escala. Para nuestra
sorpresa, también esperaba en aquella puerta de embarque el maestro Cheo
Feliciano. Casi de inmediato, él nos buscó conversación. Estaba muy interesado
en lo que fuimos a hacer a estos países. Recuerdo que casi la hora y pico que
esperábamos se nos pasó enseguida. Cheo y su esposa Cocó nos hicieron pasar un
rato chévere. Sí, en familia. Se mostraron muy atentos y cercanos. Cheo hizo chistes y nos
contó lo mucho que amaba Panamá. Cuando ya sentíamos que se podía, mi amiga
Noelia y yo le preguntamos si nos daría unas expresiones sobre la huelga de
entonces en la UPR. Cheo dijo que sí sin pensarlo dos veces. El video de abajo
es un pedazo de nuestra amena conversación. Agradecida me siento de haber
podido hablar con este caballero. De haber podido sentir de cerca a esta
persona que muchas veces antes y después me hizo sudar en la pista de baile. Gracias por tanta música, tanta honestidad y tanta calidad de ser humano. Qué viva Cheo!!! Fuerza a Cocó y a toda su gran FAMILIA!
Un video para oírlo en su salsa:
sábado, 15 de marzo de 2014
Sufrir
por Karisa Cruz
Leí hace poco que Paco de Lucía dijo alguna
vez que los artistas “no sufren”, que su agonía es mera frivolidad para hacerse
los interesantes. En lugar, para él quienes sufren son los albañiles, que están
horas bajo el sol candente trabajando como bestias. O que quizá sufren un poco
más los empleados de oficinas, que viven la monótona infelicidad de estar entre
techos de plafón, aires acondicionados fríos y cubículos todos iguales. Tal vez
ninguno de ellos sufre nada tampoco.
Este músico español, genio de la guitarra y
el flamenco, murió hace poco en México. ¿Estará sufriendo ahora?
Por
alguna razón hoy recuerdo eso del “no sufrimiento” verdadero de los artistas.
Me cuestiono también el imaginario del sufrimiento. Y lo subjetivo que sufrir
puede ser. Le doy casco mientras me llevo un sorbo de café, ya frío, a la boca.
Sufro porque se me enfrió el café, por no estar en mi casa en el Caribe
caliente, por perderme el concierto de Calle 13 en la UPR y porque la cosa está
mala. No sé nada.
Desde
esta megatienda de cafés, confort y bizcochitos con GMO’s bien presentados,
observo a mi alrededor. Un señor, un veterano de guerra, sin sus piernas, pide
dinero afuera. Está en una silla de ruedas vieja pero que funciona. Lo veo
esconder una caneca. ¿Sufrirá? No me atrevo a preguntarle.
Otras
veces, que me lo he encontrado, comparto lo mío con él. Le saco alguna conversación
pequeña. Siempre me doy cuenta cómo la gente no le gusta mirarlo. Posiblemente su
sufrimiento es algo que otros no quieren, no queremos, sufrir.
Pasamos
la página del periódico, nos molesta saber, o sufrir, no entender, por qué en Venezuela,
en Ucrania, en Tailandia, en el Tibet hoy hay personas protestando, matándose,
atropellándose. ¿Sufrirán allá?
Vamos mejor a construir el muro. Invisibilizar.
Como hacemos tantas veces ante realidades incómodas.
Dicen
que la humanidad tiene que sufrir para entender. Parece que nos falta mucho.
PUBLICADO EN EL BUSCAPIÉ DE EL NUEVO DIA- SÁBADO 15 MARZO 2014.
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La famosa "Entre dos aguas" de Francisco Gustavo Sánchez Gomes, conocido mundialmente como Paco de Lucía.
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La famosa "Entre dos aguas" de Francisco Gustavo Sánchez Gomes, conocido mundialmente como Paco de Lucía.
lunes, 17 de febrero de 2014
Árboles
El humo de la fábrica en llamas en Savannah, GA
Trato
de seguir el consejo de esta última. Busco escribir sobre el olor de las flores. Lamentablemente, no huelo nada.
Estoy tapada. Tengo alergia.
Voy al
parque para mirar al cielo azul, y ver si veo u oigo algún pájaro que cante
bonito. Me abrigo. Hace frío.
Cuando
me dispongo, con la mejor voluntad, a apreciar las nubes en movimiento, un humo
negro me oscurece el firmamento. Arde un fuego voraz en una fábrica de gomas en
la ciudad sureña y gringa donde vivo. Las alarmas y las sirenas de bomberos opacan cualquier sonido adicional. Es imposible oír
los pájaros.
Huyo de
la escena para no respirar la contaminación.
Procrastino,
una actividad muy popular entre los humanos, y visito distintos periódicos del
mundo. Debería buscar otro pasatiempo. También me dice la psicóloga.
Matan a
periodistas en Brasil. Gente de Wall Street hacen público lo que muchos ya han
dicho, nuestra economía, la de la colonia, es débil y muy posiblemente no puede
absorber más presión. Inundaciones destruyen comunidades pobres en Bolivia.
Miles de personas son sacados de sus tierras para construir estadios de fútbol
en copas mundiales. La homosexualidad es prácticamente un delito en Rusia.
Gente protesta. Su gusto por la heroína mata a Phillip Seymour Hoffman. Para
terminar película multimillonaria, lo replican con un modelo hecho en
computadora. La pulmonía se lleva a Luis Raúl. Nadie lo replica en película.
Enfoco
hacia fuera. El humo negro sigue ahí.
Tengo
que prender el calentador para mitigar este frío de lluvia helada que congela
el estado de Georgia. De camino a ello, observo
mi casa de puertorriqueña en el extranjero, con su bandera y postal de
flamboyán en la pared. Pienso.
Qué
pena que cortaron los árboles de aquella área verde al final de la Piñero hacia
el puente Teodoro Moscoso. Hacen falta esos flamboyanes. Quizá mi abuela tenga
razón.
martes, 4 de febrero de 2014
Volar
Otro busto que retraté del gran José Martí, La Habana 2013
Y me dicen, y me repiten, que Cuba y Puerto Rico son de un pájaros las dos alas. Otros, los que se saben la canción completa, la historia entera, continúan y añaden que Puerto Rico, pobre ala que cayó al mar, no pudo volar. Así me invitan a su tierra, a su pueblo, a su casa para que busquemos juntos un mismo cielo.
Me como un congrí con perrito, con “hot dog”. Y le doy unos sorbos a mi jugo de fruta bomba, papaya. Y José Martí está en la esquina: honrar, honra. Ésta es la publicidad.
Ojalá que todos, lo de afuera, los que venimos escuchando cuentos en contra de este país prohibido, -para el americano-, vinieran y vieran. Vivieran y aprendieran. Y conocieran a gente que podría quitarse, pero que el sentido, la necesidad de supervivencia no los deja.
Me confunden los viejos verdes -turistas- de hotel. Me invitan a tragos y a espacios vedados para los verdaderos cubanos. Los señores, con sus cigarros Cohíba en la boca, venden villas y castillas a las pobres jineteras, prostitutas, que necesitan vestirse apretadas para complacer el ojo ajeno. Ellas, que urgen de sus dólares para pagar el jabón de fregar, les ríen sin ganas las gracias.
País de contradicciones es Cuba. ¿Cuál no lo es? País donde, enferma con una pulmonía que me apaga la respiración, me atienden sin preguntarme el nombre, la nacionalidad. Salud primero. Quién eres después.
Yo sin preguntar nada. Son gente que me habla de la necesidad de liberar a Oscar López. Y no fue cerca de la universidad. Es más, el tema salió desde un comedor corriente en moneda nacional, la moneda con la que cobran.
Soy la extranjera, que con sus ojos intrusos, deja que la ciudad le hable. Se oye a Marc Anthony y “su vivir la vida” en trova y guaguancó.
Y me gusta estar aquí, rozando el mar, caminando por un malecón que, bravo, me sorprende y me baña de sal, pensando en mi gente, que tanto necesitamos volar.
Publicado en El Nuevo Día
lunes, 30 de septiembre de 2013
Diluvios
Del blog http://unblogen.wordpress.com |
Por Karisa Cruz Rosado
Otra vez llueve a cántaros. Escribo y cae la lluvia más fuerte. Se escurren, se mojan las palabras. Es ensordecedor el sonido del agua al chocar contra las ventanas. Corre entre las cunetas. Parece una guerra. Los perros se asustan. Aúllan. Los gatos callejeros se esconden bajo cualquier carro. Maúllan.
Esta vez no quiero mojarme en la lluvia. Tranco puertas y me resguardo, como tratando de guarecerme de los males de afuera. Me encierro para alejarme de la tormenta.
Truena. Qué miedo. Los perros tiemblan más. No sé más nada de los gatos.
Pero sí, el ruido de esta lluvia ruda no nos engaña. Al contrario, nos reafirma y alerta que una guerra se desata afuera. Lluvia de disparos en las noches de Santurce. Bum, bum, bum. Gritos de mujeres desesperadas, que se molestan porque los maridos no dan un tajo. Es que no hay trabajo, pienso mientras me pongo la armadura.
Seguimos con las guerras. Las químicas, las bacterianas, las de (des)información, censura y anti-privacidad, las de la mariguana. Guerras, guerras. Son muchas guerras. Todas buscando justificar bondades que no son más que intereses desmedidos y chuecos.
Prendo el televisor para mitigar el estruendo de esta lluvia que me amenaza. La cosa se pone más belicosa. Veo una imagen peor, deprimente. Pobres y desdichadas víctimas que somos. Me duele la barriga. Recibo los disparos de los programas que nos balean con sus actuantes más maquillados de la cuenta, chismosos y aburridos. La televisión que nos muestra los males de la humanidad mientras las mujeres entre ellas, no entre nosotras o con nosotras o entre o con los demás, bailan como gallinas bobas.
No puedo más. Me pegaron fuerte. Me desangro. Otro tiro. El perro se mete bajo el escritorio. Un rayo cae. Otro bum.
Entonces, sube el humo. Fumar para olvidar el derramamientos de sangre en nombre de tanta paz embustera. Esa violenta paz que le gusta tanto la miseria de los mortales. Esa paz con tanto coraje no la quiero. Me sabe a muerte.
Sigue lloviendo.
Publicado en El Nuevo Día el 21 de septiembre de 2013.
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