jueves, 29 de enero de 2009

Risa por el que llora

por CHENCHA MARIE

La activista por los derechos de los animales, Carla Capalli, encabeza una manifestación en contra de un circo con gran historial de abuso contra los animales

Como se dice una cosa, también se dice otra. Leyendo un poco sobre quiénes son el grupo cirquero, Ringling Brothers y Barnum & Bailey, el que estará de visita por segunda vez en la Isla del 25 de febrero al 1 de marzo en el Coliseo de Puerto Rico, he encontrado unos videos que, a la verdad, son espeluznantes. El abuso que se comete contra los animales de circo es insostenible. El hombre se ha convertido en una bestia que no se cansa de latigarse a sí mismo, y latiga a otros, otros incapaces de latigarlo.

La protesta de Carla Capalli es más que buen cuerpo y tetas sin estrías, es un llamado al desuso de animales en los actos de ese tipo de espectáculo. El maltrato al que son sometidos los elefantes, los tigres, los monos, los perros, hasta los payasos, afecta sus formas de relacionarse con su naturaleza, entre mil malestares más. Por ejemplo, un elefante debe pasar un periodo de adultez para sentir un instinto maternal que se activa con cierta experiencia, si es obligada esa madre a parir, como quien dice, antes de tiempo, la bestia no reconoce ese llamado materno y hasta se siente desapegada de la cría, puede llegar a agredirla. Y así la cadena de dolor incluye latigazos para que tigres o monos entren por círculos candentes, para que se paren en dos patas, para que guíen una bicicleta. La gente ríe. Se entretiene la carcajada que no por su desconocimiento -inconciencia- se desestima la culpa que carga presenciar el show.

La primera vez que Capalli llevó acabo una protesta de esta índole fue en diciembre de 2005 por la presencia por igual de este circo en el País, el que tiene en su plantilla un listado gordo de empleados con casos de pornografía infantil, abuso sexual a niños y mujeres, alta tasa de alcoholismo y drogas.

“May 25, 2004: Thomas Allen Riccio, a circus clown who performs under the name “Spanky” with Ringling Bros. and Barnum & Bailey Circus, was arrested in Fayetteville, N.C., and charged with 10 counts of third-degree sexual exploitation of a minor. Authorities found 2,000 pictures on Riccio’s computer, which was kept in his room on the circus train, of child pornography that included girls as young as five years old engaged in sexually explicit activity with adults”. (cliquéa)

Capalli indicó que “la intención de esta protesta es hacer un llamado de una protesta colectiva, no solamente deseo yo manifestarme, sino que estoy convocando al pueblo de Puerto Rico para que se de lugar protestando por la llegada nuevamente del circo Ringling Brothes y Barnum & Bailey”, dijo la activista en entrevista radial (WSKN).

Los manejadores del evento en Puerto Rico, Famma Events, han negado rotundamente las alegaciones de maltrato. Lo más simple: ¿será que no hay Internet en sus oficinas?; ¿será que bloqueron las páginas de organizaciones pro derechos de los animales que retratan el abuso de cirqueros como estos?; ¿será que sólo quieren hacer chavos?

Otra vez el capital pretende hacernos complices, convertirnos, los que felizmente irán a divertirse de la alegría estéril del payaso, en apoyo de estos nocivos espectáculos. Sin saber lo que hay detrás de todo esto. Desconociendo que por esa risa estridente, la lágrima silente de otro se sacrifica.

La protesta será el 18 de febrero. Todos deberíamos estar.

Lo que hacen


más información:
http://www.ringling.com/
http://www.peta.org/index.asp
http://circuses.com/circusCriminals.asp
http://www.petatv.com/tvpopup/archive.asp
El Nuevo Día: Protesta de Carla Capalli


A Catherine

3 comentarios:

César Colón Montijo dijo...

mira, eso está my bien... bien escrito, buena postura, clara, firme y convincente. acuérdame prestarte un cuento que se llama el circo, aunque no tiene realmente mucho que ver...

Boricua in Texas dijo...

Recuerdo una vez hace tantos años haber ido a un circo, y salir del lugar con una sensación de espanto en lugar de gozo. Al pobrecito elefante lo puyaban constantemente, y lo trataban con tal desdén que para mí resultaba desgarrador. Me dolió en el alma ver a la pobre criatura reducido a hacer trucos para una audiencia de manduletes. Juré nunca más volver a visitar un circo.

Anónimo dijo...

Gracias por tan buen escrito. Conciente.ójala llegue a muchas personas...

es una desgracia que estas cosas sucedan... lo peor, es que muchos siguen apoyando estas cosas. Pq como muchos desconsiderados piensan es que, ¨son sólo animales¨.