sábado, 13 de marzo de 2010

Aquel 11 de marzo en llamas

Imagen de estudiantes de la UPR y oficiales de la Fuerza de Choque en el altercado el 11 de marzo de 1971. Foto de Puerto Rico: Grito y Mordaza


El miércoles 10 de marzo de 1971, un cadete del ROTC y otro estudiante de la Universidad de Puerto Rico en Río Piedras discutían en el Centro de Estudiantes del Recinto sobre la pelea entre los boxeadores Muhammed Alí y Joe Frazier. El cadete alegaba que Alí era anti-americano mientras que el estudiante refutaba su visión. La diferencia en puntos de vista concluyó con varios minutos de golpes, como si se tratase de un ring de combate.

Al día siguiente, un grupo de cadetes del ROTC entró al mismo Centro de Estudiantes vestidos con sus uniformes militares. La riña con los favorecedores de Alí se recrudeció.

Pero las pugnas sobre las ideas en torno al boxeador sólo abonaron al clima de tensiones entre grupos de ideologías de izquierdas y derechas, que se dibujaban desde el año anterior con la muerte de Antonia Martínez Lagares el 4 de marzo de 1970. A esto hay que añadir una realidad global caldeada sucitada por el conflicto bélico en Vietnam.

Entonces, esa tarde de jueves en 1971, no medió nada más que el desdén entre concepciones opuestas. Volaron, golpearon las piedras. Banderas de Estados Unidos se colaron junto a las bandejas de comida que servían como escudos de protección. Explotó el Molotov.

Una nube de discordia se posó en el primer centro docente del País. Hasta el viejo edificio de la Facultad de Estudios Generales fue parte del campo de batalla.

Según el testimonio de un periodista que recoge el libro Puerto Rico: Grito y Mordaza, “no había ningún oficial que estuviera al frente del estudiantado”. En este sentido, las autoridades universitarias no utilizaron los recursos administrativos a su disposición para evitar el empeoramiento de la situación.

Por el descontrol que gobernaba, las detonaciones de explosivos, las heridas de varios estudiantes y cadetes, el Rector de Río Piedras, Pedro José Rivera, procuró que entrara la Policía de Puerto Rico, y su Fuerza de Choque, al campus. Sin embargo, lo que se supone que resultara producto de la intervención, un apaciguamiento de la atmósfera álgida, lo que hizo fue instaurar más violencia. Terror.

Los autores, Luis Nieves Falcón, Pablo García Rodríguez y Félix Ojeda Reyes, afirman en la citada publicación que -de acuerdo con la información recopilada a través de testimonios- la Guardia Universitaria no adaptó una posición imparcial en la trifulca. Relatan que desde el primer momento los miembros de la seguridad interna del recinto se solidarizaron con uno de los bandos en conflicto, los cadetes, sin mayor interés en dirimir responsabilidades.

“Pude observar cómo la policía universitaria, en vez de ir imparcial, de ir aguantando los dos grupos, protegía a uno solo, el de ROTC. La policía universitaria empezó a tirar piedras hacia los estudiantes. Luego los muchachos del ROTC se refugiaron en el fuerte que ellos tienen (tenían) allí para sus ejercicios y la Policía estaba al lado de ellos tirándole (piedras) al grupo de estudiantes; la Policía estaba protegiéndolos a ellos y tirándole al otro grupo”, lee el testimonio de un empleado universitario expuesto en Puerto Rico: Grito y Mordaza.

Esta información, sobre el lado de la pelea que asumió la Guardia Universitaria, también la confirma un estudiante que vivió el incidente, a lo que evalúa como un “error” esta posición pues “se sabe que había jóvenes desde el edificio del ROTC tirando piedras y disparando con pistolas de balines” hacia la muchedumbre de estudiantes apostados frente a las instalaciones militares, donde hoy ubica el centro de servicios tecnológicos en la UPR.

La Universidad fue desalojada por completo y el conflicto siguió en la ciudad de Río Piedras. La Policía persiguió a los estudiantes por las áreas aledañas. Usó gases lacrimógenos y armas de fuego. Y, como ocurre en cualquier encontronazo entre facciones opuestas, los estudiantes también buscaron sus formas de responder al fuego enemigo. Formaron barricadas y apedrearon a los uniformados, según relatan los historiadores en el libro.

Como ocurrió, casualmente también un jueves, en los sucesos de la avenida Universidad el 21 de agosto de 2009, la Policía penetró hospedajes de estudiantes. Pero aquel 11 de marzo de 1971 la palabra caos refundó severamente la zona con el color rojo de la sangre derramada.

El balance inmediato de los hechos fue el saldo de un cadete del ROTC, un policía y el jefe de la Fuerza de Choque muertos. Hubo cientos de heridos y daños a la propiedad en el Recinto y el centro urbano de Río Piedras. Por su parte, el gobernador de turno, Luis A. Ferré, en un mensaje al País, culpó a los sectores independentistas por los sucesos.

También las páginas de la prensa condenaron lo transcurrido. El periódico El Mundo dedicó sus editoriales del 12 y 13 de marzo de 1971 al tema. Con los títulos “Confrontar Apóstoles [¿?] Violencia” y “El Vicioso Vandalismo” el diario adjudicó culpas arguyendo que “los actos de violencia estudiantil que ocurrieron no fueron espontáneos o accidentales. Fueron provocados y ejecutados por unos pequeños grupos extremistas que se llaman independentistas socialistas, que están decididos en convertir a la Universidad de Puerto Rico en un campo de batalla”.

Aunque muchos periódicos culparon directamente a sectores de la izquierda del País, lo cierto es que estos incidentes no se dieron en el vacío, fueron producto de un contexto de tensiones que en gran medida se venían aglutinando progresivamente. Algunas causas notables que destacan los autores de Puerto Rico: Grito y Mordaza son: las persecuciones políticas sobre personas afines con la ideología independentista; la llegada a la gobernación del Partido Nuevo Progresistas (PNP) tras las pugnas de poder y posterior división del Partido Popular Democrático (PPD); sumado todo a la crisis social y económica que azotaba la Isla, entre otros factores.

Rememorar este pasado de hace 39 años, un día después de manifestaciones de estudiantes molestos por la reciente propuesta de recorte presupuestario en la UPR, sugerida por el ahora presidente, José Ramón de la Torre, es necesario para repensar nuestro presente, nuestro futuro.

La desazón todavía hoy es evidente. Algunos de los conflictos sociales que han plagado las páginas de nuestra historia vuelven a reverberar en las paredes de la centenaria institución. Se repiten las percepciones disímiles sobre cómo afrontar los desafíos de Puerto Rico. Se repiten parte de los grupos-protagonistas. Se repite el vacío en el bolsillo. Se repiten los problemas cotidianos. Se repiten los colores que se alternan en el poder político partidista. Mas ojalá que no se repita la sangre que manchó y marcó ese espacio de ideas, en el que debe apostarse al diálogo en lugar de la violencia.

Extras a esta información

- Programa de "La Voz del Centro" de Ángel Collado Schwarz, sobre los eventos del 11 de marzo de 1971 en la UPR con la participación de: Miguel Hudo Ricci y Luis González Argüeso, pulse aquí para escucharlo.

- Artículo sobre los 40 años del asesinato de Antonia Martínez, pulse aquí.

- Video de la pelea de los boxeadores Muhammed Alí y Joe Frazier:

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