sábado, 17 de octubre de 2009

Don

17-Octubre-2009 | Karisa Cruz Rosado

Como el abuelo que rescata con sus palabras sabias y las arrugas de la experiencia. Como quien calma la euforia que a cualquiera le inspiraría correr, patinar y bailar reguetón en el mismo medio del expreso. Rafael Cancel Miranda habló, y había que escucharlo.

El Don contuvo el agite que provoca que no se pueda ir -por un día- a novelerear en Plaza. Con su aplomo, apaciguó el caldeamiento de cientos de manifestantes que marcharon sosteniendo pancartas que subrayaban la necesidad de solidaridad, compromiso social e igualdad de los líderes hacia el País.

El señor tomó el altoparlante en uno de los momentos más tensos, en el que el miedo a la fuerza del macanazo táctico lo hizo salir de la tranquilidad de la observación hogareña. Llegó y le dijo a los estudiantes: “No mueran por los desechables. Una cosa es ser rebelde y otra revolucionario”.

Ni el intento de conseguir un ojo neutral para poder trabajar con el balance de los hechos, impidió que no se me pararan todos los pelos, cuando desde lo lejos escuchaba la voz que se imponía entre la incapacidad de tomar decisiones de policías y manifestantes.

El verbo contundente de Cancel Miranda, quien fue parte del grupo de puertorriqueños que en 1954 atacó el Congreso de Estados Unidos para gritar por la desconolización de la Isla, sobresalía para impregnar con su conocimiento.

“No vamos a lograr nada aquí. Vámonos porque tenemos una lucha por delante”.

Lo que palpaba era la victoria de una maratónica batalla de clases, como muchos que entrevisté me repetían.

Es que esta Administración ha despertado la indignación de los ciudadanos. Con sus políticas descomprometidas, ha tirado -para su desgracia- a medio mundo a la calle.

Allí no marchó el color, sino el corazón. Entre la pegajosería sudada, se respiraba el triunfo de una batalla. Así quedó legitimado con la toma de esa autopista -de las Américas- por donde transita el grueso de una economía de privilegios.

# La autora es periodista y bloguera.

Me lo publican en el Buscapié en El Nuevo Día.

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