viernes, 4 de abril de 2008

Conversación de Cine: Manuela y Manuel



por CHENCHA MARIE


Esa noche tenía ganas de ir al cine. El típico día que dices: “quiero hacer algo relax”.

Parada frente a los letreros luminosos, como entre empanadillas cinematográficas, debatía lo que quería ver. En la esquina, un estreno local me decía: “mírame antes que me manden a Blockbuster bajo Películas Extranjeras ” (no se sabe por qué en esa sección). Por solidaridad, curiosidad, y, más que todo, obligación, pagué una taquilla para presenciar Manuela y Manuel, dirigida por Raul Marchand.

Como siempre, con pop corn, nachos y refresco en alguna de las siete manos que me salen sólo cuando voy a jartarme, me senté por 1:30 minutos. Salí bastante defraudada. Esperaba más.

Manuela o Manuel, interpretada/o por el actor mexicano Humberto Busto, era una Drag Queen que tuvo que pretender ser heterosexual para reconocer el hijo que esperaba su mejor amiga, Coca, Elena Iguina.

La idea original no fue desacertada. Sin embargo, me temo que pudo haber sido una historia mucho más refrescante e innovadora de lo que resultó.


El guión y la dirección artística promovieron la personificación trillada del homosexual. La película utilizó como personaje principal el estereotipo gay rosita, personaje que ya ha evolucionado y perpetuar su presencia puede resultar estridente y obsoleto. De esta forma, lidiar con este tema merece cierto cuidado, hay grandes posibilidades de entrar en clichés, si se satiriza con la misma visión sesgada y unánime de la marica o loca histérica. Con estas interpretaciones predecibles se puede carecer de dinamismo interpretativo, cayendo en la caricaturización de un sector de la sociedad. Estos elementos le restan valor a la historia.

En términos técnicos, hubo buena selección de locaciones, lo que aportó cierta belleza fotográfica al filme. El guión del también mexicano Ignacio Valenzuela debió cuidar con agudeza la aclimatación de los diálogos con expresiones más cercanas a la jerga puertorriqueña. Así la audiencia soltaría carcajadas propias. En cambio, hubo parlamentos importados que no enganchaban al espectador.




Luz María Rondón, doña Rosa, desarrolló con acierto un personaje pícaro y jocoso. Esta veterana actriz fue el destaque de la película. Mientras Sunshine Logroño tuvo una pobre recreación del padre conservador de Coca.Elena Iguina pudo ser la menos indicada para encarnar la protagonista de la cinta. Su actuación fue muy exagerada, específicamente su interacción con la contraparte, Humberto Busto, que ha participado en películas como Amores Perros junto a Gael García Bernal, denotó inexperiencia. Faltó ritmo en sus diálogos, lo que también le quitó fuerza al cuento.


Sé que me puedo buscar muchas enemistades por estas letras sinceras y resumidas que acabo de esbozar. Lo que no me importa. Es momento de que se hagan más y mejores trabajos cinematográficos, es momento de que el cine sea tema obligado en cualquier mesa a las doce del medio día.

Se pueden hacer buenas propuestas, por esa línea vamos. Manuela y Manuel representa el deseo de alcanzar ese cometido, pero se quedó corta. A veces se llega, otras veces no, el punto es que se intente. Ellos se atrevieron. ¡Aplausos!

Este boom de cine local debe promover la crítica popular, pero crítica, no mera reseña.

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