lunes, 30 de septiembre de 2013

Diluvios

Del blog http://unblogen.wordpress.com

Por Karisa Cruz Rosado

Otra vez llueve a cántaros. Escribo y cae la lluvia más fuerte. Se escurren, se mojan las palabras. Es ensordecedor el sonido del agua al chocar contra las ventanas. Corre entre las cunetas. Parece una guerra. Los perros se asustan. Aúllan. Los gatos callejeros se esconden bajo cualquier carro. Maúllan.

Esta vez no quiero mojarme en la lluvia. Tranco puertas y me resguardo, como tratando de guarecerme de los males de afuera. Me encierro para alejarme de la tormenta.

Truena. Qué miedo. Los perros tiemblan más. No sé más nada de los gatos.

Pero sí, el ruido de esta lluvia ruda no nos engaña. Al contrario, nos reafirma y alerta que una guerra se desata afuera. Lluvia de disparos en las noches de Santurce. Bum, bum, bum. Gritos de mujeres desesperadas, que se molestan porque los maridos no dan un tajo. Es que no hay trabajo, pienso mientras me pongo la armadura.

Seguimos con las guerras. Las químicas, las bacterianas, las de (des)información, censura y anti-privacidad, las de la mariguana. Guerras, guerras. Son muchas guerras. Todas buscando justificar bondades que no son más que intereses desmedidos y chuecos.

Prendo el televisor para mitigar el estruendo de esta lluvia que me amenaza. La cosa se pone más belicosa. Veo una imagen peor, deprimente. Pobres y desdichadas víctimas que somos. Me duele la barriga. Recibo los disparos de los programas que nos balean con sus actuantes más maquillados de la cuenta, chismosos y aburridos. La televisión que nos muestra los males de la humanidad mientras las mujeres entre ellas, no entre nosotras o con nosotras o entre o con los demás, bailan como gallinas bobas.

No puedo más. Me pegaron fuerte. Me desangro. Otro tiro. El perro se mete bajo el escritorio. Un rayo cae. Otro bum.

Entonces, sube el humo. Fumar para olvidar el derramamientos de sangre en nombre de tanta paz embustera. Esa violenta paz que le gusta tanto la miseria de los mortales. Esa paz con tanto coraje no la quiero. Me sabe a muerte.

Sigue lloviendo.

Publicado en El Nuevo Día el 21 de septiembre de 2013.

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