martes, 4 de febrero de 2014

Volar

Otro busto que retraté del gran José Martí, La Habana 2013


Y me dicen, y me repiten, que Cuba y Puerto Rico son de un pájaros las dos alas. Otros, los que se saben la canción completa, la historia entera, continúan y añaden que Puerto Rico, pobre ala que cayó al mar, no pudo volar. Así me invitan a su tierra, a su pueblo, a su casa para que busquemos juntos un mismo cielo.

Me como un congrí con perrito, con “hot dog”. Y le doy unos sorbos a mi jugo de fruta bomba, papaya. Y José Martí está en la esquina: honrar, honra. Ésta es la publicidad. 

Ojalá que todos, lo de afuera, los que venimos escuchando cuentos en contra de este país prohibido, -para el americano-, vinieran y vieran. Vivieran y aprendieran. Y conocieran a gente que podría quitarse, pero que el sentido, la necesidad de supervivencia no los deja.   

Me confunden los viejos verdes -turistas- de hotel. Me invitan a tragos y a espacios vedados para los verdaderos cubanos. Los señores, con sus cigarros Cohíba en la boca, venden villas y castillas a las pobres jineteras, prostitutas, que necesitan vestirse apretadas para complacer el ojo ajeno. Ellas, que urgen de sus dólares para pagar el jabón de fregar, les ríen sin ganas las gracias.

País de contradicciones es Cuba. ¿Cuál no lo es? País donde, enferma con una pulmonía que me apaga la respiración, me atienden sin preguntarme el nombre, la nacionalidad. Salud primero. Quién eres después.

 Yo sin preguntar nada. Son gente que me habla de la necesidad de liberar a Oscar López. Y no fue cerca de la universidad. Es más, el tema salió desde un comedor corriente en moneda nacional, la moneda con la que cobran.

Soy la extranjera, que con sus ojos intrusos, deja que la ciudad le hable. Se oye a Marc Anthony y “su vivir la vida” en trova y guaguancó.

Y me gusta estar aquí, rozando el mar, caminando por un malecón que, bravo, me sorprende y me baña de sal, pensando en mi gente, que tanto necesitamos volar.

Publicado en El Nuevo Día

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